Vivimos una era apasionante y de transición social, donde la tecnología digital está remodelando cada aspecto de nuestras vidas, y la educación no es la excepción. La educación en la era digital nos sumerge en el fascinante mundo de la convergencia entre la educación y la inteligencia artificial, ofreciendo una visión oportuna y esclarecedora de lo que el futuro educativo tiene reservado para nosotros.
Por ejemplo, María es una estudiante de una universidad X, estudia de manera tradicional, es decir, presencial, sin embargo, el 70% de sus asignaturas son virtuales, sin presencia física de su profesor o tutor. Atiende a clases grabadas, resuelve casos prácticos que cuelga el profesor en la plataforma del campus, y visita foros para resolver dudas o consultas que tenga de su contenido, y último caso, accede a herramientas de inteligencia artificial para ayudarla a complementar su conocimiento y por consiguiente avanzar en su carrera.
Será un caso muy popular en el futuro, en donde la tecnología juega un papel fundamental. Existe todo un abanico de oportunidades emocionantes para enriquecer la experiencia de aprendizaje, desde la personalización educativa hasta la incorporación de elementos lúdicos y la inmersión en entornos de realidad virtual. No obstante, a la par de estas innovaciones, enfrentamos desafíos considerables: la privacidad de los datos de los estudiantes y dilemas éticos en el uso de la inteligencia artificial en las aulas.
Estamos ante un desafío monumental, con la responsabilidad de formar mentes jóvenes, curiosas y críticas, preparadas para enfrentar los retos del siglo XXI. En donde estudian una carrera determinada, pero con la certeza que en el futuro se crearán y desaparecerán muchos puestos de trabajo producto de la inteligencia artificial, por lo que será fundamental, proporcionar valores y herramientas sólidas, y que permitan al profesional del mañana reciclarse y amoldarse al mercado de trabajo del futuro.
La inteligencia artificial es uno de esos conceptos denominados disruptivos, los cuales se esperan cambien un sector para siempre. De hecho, si echamos la vista atrás, la revolución industrial ha sido una máquina perfecta de producir egresados, que se suponía demandaba el mercado de esa generación.
«Necesitamos instituciones educativas ……… no fábricas«
Sugata Mitra
La entrada del siglo, y particularmente la pandemia, han significado un hito en esa transformación de muchos sectores de la sociedad. Aun cuando la inteligencia artificial no es un concepto nuevo per se, el lanzamiento de ChatGPT en 2022 por la empresa OpenAI significo el pistoletazo de salida a toda una carrera de herramientas tecnológicas de inteligencia artificial, que ha despertado suspicacia en todos los estamentos de la sociedad.
El avance del desarrollo tecnológico es indetenible, quizás sea el verdadero elemento impulsor de los profundos cambios en el sistema educativo, tenemos que proporcionar los cimientos y conocimientos necesarios para que las futuras generaciones puedan impulsar y prepararse para un mundo que desconocemos en su totalidad, pero todos estamos seguro que tarde o tempano llegará.
A lo largo de la historia, los distintos hechos culturales producidos por el hombre han sido utilizados para impulsar el progreso y calidad de vida de las personas, y la inteligencia artificial no es la excepción. Vista como lo que es, una herramienta bien utilizada para detectar el cáncer precozmente, mejorar la productividad de las empresas, detectar fenómenos naturales a tiempo, y por qué no, avanzar a un tipo de educación que demandan nuestros estudiantes para afrontar el futuro, es el fin último de la sociedad.